jueves, 12 de enero de 2012

EL FASCISMO ESPAÑOL: LA IDEOLOGIA CLERICAL-AUTORITARIA.

Introducción. (I) El papel histórico de la Falange. 

«La ideología fascista aparece disfrazada y vergonzante, y es, sin duda, una tarea importante contribuir en cada momento al descubrimiento de ella bajo la capa del conservadurismo, la tolerancia, el liberalismo, etc». Caros Castilla del Pino. (1968)

«España prosperó gracias a Franco y la democracia fue posible gracias a el» Alvaro Pombo,  Premio Nadal, dirigente de la UPyD,declaraciones a la revista chilena The Clinic, 2012

Se utiliza aquí el término ideología como un conjunto sistematizado de opiniones, actitudes y valores ; en suma —como dice Adorno—, una manera de pensar sobre el hombre y la sociedad. Las ideologías tienen una existencia independiente de cualquier individuo aislado y son, generalmente, el reflejo de las opiniones, actitudes y valores de una determinada clase social.
La ideología es un reflejo del conocimiento que tiene la clase de sí misma. La clase dominante española posee una ideología fascista sui generis cuyo rasgo más acusado es, sin duda alguna, el clericalismo. El clericalismo supone un ensalzamiento frenético y, al mismo tiempo, sacralizado de la autoridad.
Prevengo al lector que no intento convertir lo de clerical-autoritario en un concepto definitivo. Como dice J.L. Borges, el idioma español adolece de varias imperfecciones; una de ellas es su ineptitud para formar palabras compuestas. Es lógico, pues, que no encuentre otras palabras para designar esta ideología en castellano. La he preferido, sin embargo, a nacional- catolicismo, feliz invención de Aranguren, dado que el clerical-autoritario acepta la Iglesia católica pero no tiene por qué ser creyente. El término catolicismo implica, en cambio, los dogmas y creencias de la Iglesia y su acepción general es, por consiguiente, más limitada. Por otra parte, los objetivos de la burguesía española nunca fueron « nacionales ». En resumidas cuentas, el clerical-autoritario acepta el clero y el nacional-católico comulga con ese clero. Obviamente preferimos la denominación primera.

La principal ventaja política que el Opus Dei ofrecía a sus afiliados era, en apariencia, su falta de compromiso ideológico. Parecía, en un principio, que los píos militantes de la Obra de Dios habían descubierto un recurso que les evitaría el enojoso asunto de la etiqueta política. Luego, conforme « la actitud cultural » de los primeros socios de la Obra de Dios alojados en el CSIC llegó a tomar un rumbo decididamente político, una ideología implícita quedó al descubierto : la ideología clerical-autoritaria.
En España, la ideología clerical-autoritaria es la resultante de un acontecimiento histórico, el fascismo, que sacudió en los años treinta a las burguesías europeas ; y de un largo proceso en el cual la burguesía española quiso enlazar con el reinado de los Reyes Católicos, donde, como se sabe, terminó una época, el feudalismo, y apareció el Estado moderno. Porque en España, a diferencia del resto de Europa, las ideas cristianas no cedieron su sitio durante el siglo xviii a las ideas de progreso y tan sólo después de la guerra civil 1936-1939, la burguesía ha logrado hacer compatibles las ideas religiosas con un cierto progreso económico. En otras palabras, que la burguesía ha cuajado como clase en el segundo tercio del actual siglo. En la empresa del « desarrollo » la burguesía se ha movilizado gracias, sobre todo, al apoyo de un poder político totalitario.

El ingrediente tecnocrático apareció más tarde, cuando « la conciencia profesional » se impuso gradualmente. Así la conciencia de clase quedaba desligada en los individuos, evitándose con ello el peligro que siempre entrañaron los conflictos de intereses en su dimensión social. Esta dimensión, sin embargo, es necesaria para darse cuenta que los intereses de la clase burguesa no representan, ni por asomo, los intereses generales de la sociedad.

1. El papel histórico de la Falange.
Si se desea resumir brevemente los requisitos históricos del fascismo, deben señalarse, según Dobb, tres factores fundamentales : la desesperación del capital por encontrar una solución normal a la dificultad creada por la limitación del campo de inversión ; una numerosa y oprimida « clase media» constituida por elementos déclassés que, a falta de otro punto de apoyo, se halla madura para ser incorporada al credo fascista y, finalmente, una clase trabajadora lo suficientemente privilegiada y fuerte para resistir a una presión normal sobre su nivel de vida, pero bastante desunida y carente de conciencia de clase (por lo menos en su dirección política) y por ello débil políticamente para hacer valer sus derechos o para resistir al ataque [ Maurice Dobb: Economía política y capitalismo. Mexico, 1961 p.117] . De estas tres condiciones sociales que pueden resumir de cierta manera el fascismo, tan sólo parcialmente la segunda parece haberse cumplido en España. Esto explica, en principio, que el modelo clásico de fascismo no sea aplicable a España, y según algunos, el fascismo haya tenido poco arraigo social en nuestra patria. Dos crisis decisivas en la vida de Falange Española aportan todavía más confusión a quienes pretenden aplicar los moldes clásicos del fascismo en España. Esta doble crisis fue la escisión de Ramiro Ledesma Ramos y sus compañeros en 1935 y los sucesos acontecidos en abril de 1937 antes de la unificación de falangistas, jonsistas y tradicionalistas y otros elementos en Salamanca.

Es cierto que la clase media española abasteció de « camisas viejas », en no sabemos qué grado, a la Falange [Está lejos de mi intención tratar aquí la actitud y origen social de los «camisas viejas» de la Falange. Pero tal estudio –aunque solo fuera seguir las peripecias de los primeros cincuenta miembros hasta abril de 1937- aportaría datos muy interesantes para conocer la rama que podríamos llamar “mesocrático-popular”, en contraposición con una rama elitista, ambas sociológicamente perceptibles en el seno de la Falange] ;  pero no es menos cierto también la pugna que opuso estos elementos desde el comienzo a los camisas viejas « elitistas » dentro de la Falange. Tan sólo es necesario seguir el itinerario biográfico de Ramiro Ledesma Ramos y Ernesto Giménez Caballero, por ejemplo, para darse cuenta de ello : la actitud política y coherencia ideológica plenamente fascista de un Ledesma Ramos contrasta con todos los preciosismos literarios y ambigüedades políticas de « Gece », como motejaban íntimamente a Giménez Caballero sus compañeros del fascio. También resulta ilustrativo comparar la figura política gallarda del « Fundador» —José Antonio—, con la de Manuel Hedilla Larrey, oscuro pero eficiente peón de brega de las empresas sangrientas en que se mantuvo desde su origen empeñada la Falange. [Jose Antonio Primo de Rivera no tuvo problemas de mando durante su corto período como jefe del grupúsculo que era entonces la Falange]

Esta doble contradicción en el seno de la Falange, resuelta primeramente con la exclusión de Ledesma Ramos y otros jonsistas, encontró de nuevo su punto álgido el mes de abril de 1937 en el cuartel general de los rebeldes en Salamanca. Allí, la hábil maniobra y encarcelamiento de Hedilla, José Sáinz y otros « mesocrático-populares » que habían desafiado al Caudillo, fijó de modo definitivo la suerte de Falange Española. Desde entonces, Falange Española ya fusionada oficialmente con los otros grupos políticos que participaron en el alzamiento, ha seguido el camino político que le asignara Franco o alguno de sus colaboradores más inmediatos, dócilmente dirigida por « camisas viejas » como Fernández Cuesta, Sancho Dávila o Arrese. Serrano Suñer, cuñado de Franco y diputado cedista durante la República, fue designado en 1939 jefe de la Junta Política. Franco, además de generalísimo de los ejércitos y Caudillo de España, era ya jefe de la Junta Unificada del Movimiento, es decir, de FET y de las JONS. [El vicesecretario general de FET de las JONS era Pedro Gamero del Castillo, miembro de la ACNP y también ministro sin cartera en 1939. Hoy es una personalidad en el grupo financiero del Banco HispanoAmericano-Banco Urquijo]

La incorporación de Falange Española junto con otros grupos reaccionarios al levantamiento militar había ya determinado su futuro en 1936. Con sus consignas poéticas y demagogia seudorrevolucionaria se convirtió en fácil base de reclutamiento de milicias para el Movimiento. Este rapídisimo crecimiento numérico hizo que cualitativamente se debilitase, verdadera tragedia en un movimiento fascista ; pero el poder movilizador para el frente de una parte, y represivo en la retaguardia por otra, hizo que la Falange fuese aún durante la guerra la pieza más codiciada en el engranaje de intereses que movían el bando contrarrevolucionario. El recelo de sus aliados y la propia ambición de Franco completaban el cuadro : por todo ello el desenlace de los acontecimientos de Salamanca de abril de 1937 no resultaba imprevisible en modo alguno y estas contradicciones, en definitiva, impidieron a la Falange realizar las potencialidades con que contaba anteriormente a 1936.

Tras las crisis y continuas depuraciones de auténticos fascistas, que jalonaron el primer lustro de la vida de la Falange, las voces de los falangistas que exigían para España una revolución y un Imperio se fueron acallando, algunas decepcionadas y, la mayor parte, corrompidas por los sólidos puestos que ocuparon en el reparto del inmenso botín de guerra que un aparato completo de Estado representaba. A un nivel más bajo, el bloque de seguidores falangistas se repartiría entre oficinas ministeriales, delegaciones provinciales, inspecciones de todo género, comisarías de policía, sindicatos, etc. Entonces, el aparato del Estado no alcanzó otra significación económica —como señala Dobb— que la de ser un medio para controlar los conflictos de trabajo y constituir una maquinaria que protegía y a su vez se apoyaba en una organización monopolista más completa y rígida de la industria.[Maurice Dobb: Op. Cit., p.176 También puede verse Franz Neumann: Behemoth: pensamiento y acción en el nacionalsocialismo. México, 1963]

Si la Falange con planteamientos fascistas genuinos apenas ha existido, ¿ qué fenómeno ha padecido el pueblo de España durante treinta años ? ¿Ha tenido el fascismo poco arraigo en España ? ¿O acaso no hubo fascismo ?

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