lunes, 6 de octubre de 2014

Cuando la bandera roja de los soviets de soldados y obreros ondeó en la catedral de Estrasburgo

[Publicado en el blog http://syndicats.contre.classe.ouvriere.over-blog.com/ con fecha 17-1-2012. Traducción propia]

 
¡Consejos de soldados y obreros en Alsacia-Lorena, desde Colmar a Mulhouse, desde Estrasburgo a Hagenau, desde Metz a Thionville! ¿Que historia es esta? No busquéis en los libros de historia, porque para las autoridades francesas los consejos de obreros y soldados en Alsacia-Lorena no han existido nunca (o solo han existido un poquito)
La epopeya de los marinos que regresaron a Alsacia para llevar a cabo la revolución, su voluntad de organizar los consejos de obreros y soldados (también llamados «soviets») en Colmar en Mulhouse, en Haguenau, en Estrasburgo…Luego veremos como la oposición de los “socialistas” alsacianos franceses supo desviar esta ola revolucionaria para activar la llegada del ejército francés, librando así a Alsacia del yugo alemán, aún siendo tan imperialista y “todavía menos” bolchevique… (Extracto del dossier de prensa “Cuando la bandera roja ondeó en la catedral”)
En Alemania, el 30 de octubre de 1918 el Estado Mayor del puerto de Kiel y de Wilhelmshafen ordena, sin consultar con el gobierno, una última salida de la flota alemana. Pero los marinos, rechazando morir por honor, se amotinaron. El día 31, queriendo llevar a cabo furiosamente su último combate de honor, el empecinado Estado Mayor traslada 600 marinos amotinados a Kiel, uno de los principales puertos de guerra, y pone bajo arresto a los dirigentes. Muchos de los 16.000 alsacianos incorporados en la Marina de Guerra habían participado en el amotinamiento de Kiel. Vuelven a su casa, y con ellos viaja el espíritu revolucionario. A finales de ese mes de Octubre, numerosos soldados, marinos y obreros decidieron elegir consejos obreros, similares a los soviets rusos, tomando el poder en numerosas ciudades del país. Los marinos se libran de la tutela de sus oficiales y se organizan en soviets apoyados por los obreros de los astilleros. Reclaman la paz inmediata, reivindican la creación de consejos obreros y campesinos y la abolición de la dinastía, y pronto la bandera roja flota sobre todos los navíos en el Báltico.
 
El contagio revolucionario se extiende rápidamente. El movimiento gana las grandes ciudades del Norte: Lübeck, Hamburgo, Bremen. En noviembre Colonia, Munich y Berlín. Un viento de libertad sopla sobre Alemania: el 3 de Noviembre de 1918, el ejército dispara sobre 600 manifestantes que exigían la liberación de los marineros amotinados. Al día siguiente se produce la insurrección. Para los revolucionarios, ha llegado la hora. El 8 de Noviembre un consejo de obreros, campesinos y soldados establece la «República de Consejos de Baviera». El mismo día, la población de Estrasburgo conoce la proclamación de esta República de Consejos y la situación es de insurrección. En Alsacia-Lorena el estado Mayor alemán es depuesto. Se crea en Berlín un «comité de acción» compuesto, en parte, por espartaquistas y por delegados de fábrica. El miedo a una revolución emancipadora, continuación de la guerra, se apodera de las clases burguesas, y la reacción de los principales jefes de los partidos socialdemócratas de Francia y de Alemania es la misma: hay que restablecer el orden a cualquier precio. El 9 de noviembre de 1918 Guillermo II (emperador de Alemania, descendiente de la dinastía prusiana de los Hohenzollern, protegido de los nazis, y muerto en 1941) abdica, y el canciller Max Von Baden (canciller del Reich) transmite sus poderes al socialdemócrata Friedrich Ebert (primer presidente de la República alemana desde 1919 a 1925; ya nacionalista en 1914 y partidario de la “unión sagrada”, participa en la represión y destrucción del movimiento espartaquista en 1919).
 
Los marinos de Kiel, muchos originarios del land Elsass Lothringen, deciden requisar dos trenes para volver a sus casas. Hay que subrayar el activo papel jugado por los alsacianos en la preparación y el desarrollo del movimiento revolucionario en el interior de los diferentes partidos de Alemania. Llegan a Estrasburgo el 9 y el 10 de Noviembre y hacen de la estación un centro de libertad. Era necesario extender por Alsacia el incendio que comenzó en las costas del mar del Norte y que comprendía toda Alemania.
 
«Durante la noche, el tren se dirigía a toda marcha pasando Osnabruck, Dusseldorf, Colonia sin detenerse, con su chimenea lanzando chispas. Era el miércoles 13 de Noviembre. Hoy jueves, han llegado a Estrasburgo: solamente 180 hombres. Porque habían dejado 40 durante la ruta en Metz y en Sarrebruck. Los 180 formaron filas en la gran plaza de la estación de Estrasburgo, se pusieron los fusiles a la espalda y sin perder un minuto, con la bandera roja a la cabeza, se dirigieron por la estrecha calle Kuss hacia el muelle Saint-Jean, después hacia el muelle Kleber, desde donde llegaron rápidamente al Palacio de justicia; iban a toda velocidad porque ya habían comprendido una cosa: en materia de guerra o de revolución, la rapidez es determinante. Si no eres lo bastante rápido, loe s el otro, y si eres más rápido que el otro, tienes ya la mitad ganada.»
 
Los obreros se declararon en huelga movilizándose para apoyar el movimiento revolucionario. Como una mancha de aceite se extiende a todos los cuarteles y acantonamientos de Alsacia hasta el frente. En el frente de los Vosgos, se confraterniza y se manifiesta con la bandera roja. En Saverne los soldados se amotinan, mientras que en Lorena los numerosos inmigrados italianos presentes se unen al movimiento. Los militares (lo esencial de la población activa obrera viste uniforme) y los obreros que enarbolan la bandera roja organizan consejos en Haguenau, Colmar, Mulhouse, Selestat, Saverne, Guebwiller, Metz, Schiltigheim, Bischwiller, Molsheim, Erstein, Neuf-Brisach, Thionville, Sarreguemines, etc. La administración municipal se hunde, y la revolución no encuentra resistencia de la población en ningún lugar.
Los consejos toman las fábricas a su cargo, mientras que las minas son ocupadas, como en Knutange. En Algrange, Hagondange, Rombas, estallan las huelgas salvajes. Las consecuencias de la llegada de los insurgentes son inmediatas: el antiguo Estado se derrumba y se lleva por delante el gobierno Schwander-Hauss (nombre del alcalde de Estrasburgo y del secretario de Estado alemán); pero, según la situación en las ciudades y pueblos, no hay de forma sistemática una transformación importante de los poderes institucionales. Para internar oponerse a los revolucionarios, los parlamentarios transformas el Landtag en consejo nacional de Alsacia-Lorena, o Nationalrat. En realidad, el Nationalrat, parlamento que se supone constituir la representación nacional alsaciana, no tiene ninguna fuerza, y sólo subsisten órganos de poder a escala local. Al mismo tiempo, los socialdemócratas alsacianos favorecen la creación de consejos obreros, y participan en ellos en toda la Alsacia-Lorena para poder infiltrarse y controlar el movimiento revolucionaria, para servir de contrapeso a los consejos de soldados, mucho más inclinados en la búsqueda de una ruptura social. Estos socialdemócratas son “nacionalistas chauvinistas”, unidos a la herencia jacobina de la Revolución francesa, hostiles al internacionalismo, a la autonomía de Alsacia-Lorena y a la emancipación del proletariado. (Leer «La socialdemocracia alsaciana apoya y aplasta los soviets en noviembre de 1918» y «El mito de la izquierda: un siglo de ilusiones socialdemócratas».

 
 

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