domingo, 12 de octubre de 2014

Segunda parte del folleto «Violencia revolucionaria». Grupos Autónomos de Combate - Ediciones Mayo-37


«En los periodos no revolucionarios, los grupos ra­dicales tienen igualmente entre otras tareas, y cuando es posible y necesario, la acción violenta organizada. En tal periodo, como en los periodos revolucionarios, los revolucionarios son proletarios como los otros. El que estén conducidos momentáneamente, o quizá por años, a mantener ciertas normas de clandestinidad y utilizar en determinadas ocasiones determinados métodos de seguridad personal, él que todo esto llegue a darles un "estatuto" especial en la lucha de clases no debe ser óbice ni para considerarles "separados de las masas", ni "cortados del proletariado", ni a que se auto consideren la vanguardia divina.»


REFLEXIONES SOBRE LA VIOLENCIA.

Estos actos no tenían un fin político en el sentido en que la política consiste en actuar sobre los otros, a reagrupar, a formar un poder reconocido que busca un sitio en la sociedad.

Los expropiadores no pretendían ser los nuevos "star" salvadores del pueblo y del proletariado ([1]), no ambicio­naban a golpear a cualquier precio la imaginación de la gente, sino que se daba como uno de sus objetivos funda­mentales la de procurarse los medios financieros necesa­rios para continuar su práctica, que no se limitaba en absoluto a organizar una organización armada.

 
I. Se nos podrá reprochar el situarse no muy lejos de la formula de Proudhon quien sabía: propiedad = robo. Ciertamente el robo no es la destrucción de la propie­dad. Es sin embargo un medio -limitado, pero útil en ciertos casos- para organizar la lucha contra el mundo de la propiedad. Esta fuera de lugar intentar dar un jui­cio "por" o "contra" de estos métodos pues su empleo es un asunto de : 1º) determinación social, y, 2º) de oportunidad.


II. La concepción materialista de la violencia excluye toda posición de principio.

Ella no consiste tampoco en invertir los valores de la so­ciedad burguesa haciendo del terrorismo un bien y no un mal. El revolucionario roba (o expropia) para satisfacer una necesidad -social- de actividad subversiva ([2]).

III. No son los revolucionarios quienes provocan la violen­cia, sino que esta es un producto social.

Sin embargo no todo acto violento es forzosamente revolucio­nario. A causa de la inmadurez del movimiento comunista, esta violencia parte en diferentes sentidos - obedeciendo a las determinaciones sociales propias de cada individuo o grupo - llegando incluso a representar (de hecho a pesar suyo) dentro del movimiento revolucionario una práctica que irremisiblemente aboca en la reconstrucción de aque­llo que pretende combatir: el Capital.

IV. Y esto no solo a largo plazo sino que en cada momen­to concreto expresan tal tendencia, utilizando todos los resortes psicológicos e ideológicos propios de los repre­sentantes "reconocidos" del Capital. Tal es el caso de aquellos que recurren a la violencia armada esencialmente para ganar el corazón de las masas y para hacer presión con el fin de ser reconocidos como los "dirigentes del proletariado", ser la "vanguardia del pueblo", etc.... Todos estos lo único que expresan mediante su practica es su as­piración a imponer un nuevo poder, en el mejor de los ca­sos la "dictadura del proletariado pero ...(como no) ... dirigida por su partido".


V. Es el capital quien, por naturaleza, expropia. (Es el capital quien de hecho realiza la "expropiación de los expropiadores") desproveyendo a los individuos de su contorno natural a todos los niveles. Priva los hombres, e incluso las cosas (así la naturaleza ha dejado de ser tal para convertirse en el basurero, y  el laboratorio de ensayo de la industria capitalista), de su ser.


VI. Es perfectamente normal que los que se levantan con­tra el capital procedan también a reapropiarse a todos los niveles: materiales, psicológicos, culturales, teó­ricos... y también financieros.

Mientras que el capital exista el dinero es el mediador privilegiado de toda acción social. Mientras que el ene­migo triunfa, el se impone como mediación. Es inevita­ble que individuos o grupos radicales sean conducidos a apropiarse por la fuerza de ciertas sumas de valor, si bien su fin (mejor aun: su lógica, el sentido de su mo­vimiento) sea dirigida contra el Valor bajo todas su formas.

VII. Solo se extrañaran o se escandalizaran los que no tienen necesidad de medios para actuar, porque no ac­túan; o los que disponen de un aparato burocrático o, incluso, el apoyo de un Estado; o los mutilados por la moral burguesa.


VIII. La violencia no es un medio que se decide emplear porque los otros se revelan ineficaces.

Todos los que se dedican a teorizar sobre la "imposibi­lidad del paso pacifico al socialismo" caen en la trampa tendida por los representantes del Capital ruso en el movimiento obrero. De esta naturaleza fueron las diferen­cias existentes sobre la cuestión, en la ruptura entre China y Rusia.

No es tampoco una defensa contra un ataque, como si debiéramos siempre justificar una actividad violenta presentándonos como el “agredido". Los comunistas no necesitamos convencer a nadie que nos han previamente agredido. Primero somos victimas de la represión y posteriormente somos victimas de los "organizadores de solidaridad" y "solidarios" que nos piden explicaciones sobre quien tiró el primero, o "donde va el dinero". La violencia no es un simple instrumento. Las teorías de la violencia defensiva hacen el juego al enemigo. (Leer a su máximo apóstol S. Carrillo).

 
IX. Es la sociedad quien es violenta, en razón de la natu­raleza contradictoria del capital... Incluso en periodo prospero y pacifico, destruye bienes y personas, crea el hambre, etc. Es conocido que el automóvil ha matado más franceses desde 1945 que la segunda guerra mundial. La violencia es también ideológica: se obliga a hablar una lengua, se borra un pasado cultural, etc.

Por la violencia, se impone ciertas practicas sexuales, prohibiendo por la violencia otras. Es gracias a esta vio­lencia que todas las tendencias naturales del individuó (amor libre, homosexualidad incluida) se transforman en practicas generadores de trastornos en el "equilibrio". El capital realiza incluso el homicidio de los muertos es decir del trabajo pasado, acumulado de las generaciones anteriores, cuando desprecia o destruye la infraes­tructura material que no puede mantener. El capital des­troza los cuerpos y los espíritus por su mismo funciona­miento. El porrazo es la excepción. El Estado policiaco no es más que una parte, y un producto de un fenómeno más vasto.


X. En el comunismo, los individuos y grupos tendrán a la vez los conflictos y los medios de arreglarlos sin destro­zarse los unos a los otros. La armonía y la anarquía no existen, ni el uno ni el otro, en estado absoluto y estable, o sino que se regula el uno al otro. En el comunismo el contenido mismo de "violencia" toma un sentido totalmen­te nuevo, solo es aplicable tal termino por comodidad; corresponde aun al lenguaje del viejo mundo.


XI. La reacción colectiva contra el capital incluye la vio­lencia como medio de destruir la relación social opresiva. Ella consigue más: el aislamiento, la atomización, es ro­to por una práctica colectiva que es, entre otras, violenta. En la revolución la comunidad se re-constituye en la vio­lencia. Esto es un medio para modificar las relaciones de producción y su empleo en este sentido es él mismo una obra colectiva. La violencia es una forma positiva de rene­gar la sociedad actual, cuando ella ataca sus raíces.


XII. La insurrección es destructiva de hombres y de bie­nes, pero con el fin de destruir unas relaciones sociales, y en esta medida. Violencia y destrucción no son idénticas. La violencia en ante todo toma de posición por la fuerza. La violencia revolucionaria es apropiación colectiva. Si bien el capital debe destruir para triunfar, el comunismo es al contrario tomar en mano de la vida por los individuos. Las concepciones "positivistas", "racionalistas", y huma­nistas pasan todas ellas al lado del problema.


XIII. Los grupúsculos izquierdistas insisten sobre el "po­der", de la "toma del poder", de la "conquista del poder", cuando de lo que se trata es de tener el poder de hacer, de transformar el mundo y a sí mismo.

No tenemos ninguna necesidad de estructuras de poder, sino de poder destruir tales estructuras. Así mismo ellos hablan del armamento del proletariado, de lucha armada, sin unir esto al movimiento comunista. El problema no es que los obreros estén armados y luchen, sino que utilicen sus armas contra las relaciones especi­ficas del modo de producción capitalista y contra todos las instituciones que lo perpetúan.

La guerra civil hace el juego al capital si ella no le ataca teóricamente y prácticamente.

Una guerra civil puede ser plenamente capitalista, e igualmente oponer a dos formas de estados burgueses. El criterio es el de las relaciones de producción y del ejército: Mientras que triunfan las relaciones mercantiles y la fuer­za militar que los defienden no hay movimiento hacia el comunismo.

Se debe preguntar que es lo que se hace con la violencia. Las formas de organización de la violencia de los obreros, ejercito, milicias, comités auto-defensa, etc., es un pro­blema secundario : lo importante es saber si su lucha apoya a un futuro poder que establecerá nuevas relacio­nes de producción capitalistas; si no su acción será una forma sutil de integración ideológica y practica del prole­tariado.


XIV. Para nosotros, el comunismo no es un Estado que debe implantarse, un ideal al que hay que sujetar la rea­lidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Las condi­ciones de este movimiento se desprenden de las premisas actualmente existentes.

El comunismo en la medida en que es teórico, es la expre­sión teórica de la posición del proletariado y el resumen teórico de los condiciones de la liberación del proletaria­do.

El comunismo es el producto de la gran industria y sus consecuencias, de la creación del proletariado y de la concentración del Capital, de la lucha entre el proleta­riado y la burguesía que resulta de ello.

 
XV. La guerra civil en España opuso dos formas, dos re­laciones diferentes pero igualmente anti-comunistas, del desarrollo del Capital. Desde que las milicias formadas contra los "cruzados" aceptaron integrarse en el Estado republicano, capitularon y prepararon una doble derrota: ante la República (destrucción del proletariado en Barce­lona, Mayo 1937) y delante de los golpistas. Aquí también el comunismo es una cuestión de contenido y solo después de forma. La táctica del "anti-fascismo" y del compro­miso (solo) táctico (faltaba mas) conduce al proletaria­do primero al "impasse" y luego a la masacre.


XVI. En los periodos no revolucionarios, los grupos ra­dicales tienen igualmente entre otras tareas, y cuando es posible y necesario, la acción violenta organizada. En tal periodo, como en los periodos revolucionarios, los revolucionarios son proletarios como los otros. El que estén conducidos momentáneamente, o quizá por años, a mantener ciertas normas de clandestinidad y utilizar en determinadas ocasiones determinados métodos de seguridad personal, él que todo esto llegue a darles un "estatuto" especial en la lucha de clases no debe ser óbice ni para considerarles "separados de las masas", ni "cortados del proletariado", ni a que se auto consideren la vanguardia divina. La pertenencia a una clase no es nunca ni formal ni sociológica sino histórica. La acción individual-no es forzosamente sinónimo de individualismo. El único criterio es el del contenido y la dinámica de la acción.

XVII. El peligro real consiste en tomarse, fruto de una coyuntura mas o menos prolongada, por un grupo aparte destinado a emplear indefinidamente la violencia armada. Si se define y se comporta como especialistas de la vio­lencia, acaparando su monopolio, se corta de las nece­sidades sociales reales de donde nace el movimiento subversivo, que como tal es más amplio que los limites de  la violencia armada. Puede nacer un proceso alienante y no ser capaces de expresar tan siquiera las propias necesidades individuales -un eunuco armado es tan peli­groso como un cura-. Tal proceso le puede llevar a negar sus teorías que le dieron nacimiento y transformarse, de hecho, en un nuevo poder aspirando al reconocimiento, como aparato militar primero y político después.


XVIII. El término "terrorismo" puede ser comprendido en el sentido largo de empleo del terror: en este caso el capital es terrorista en permanencia. En sentido estrecho, como táctica y a veces estrategia, es la aplicación de la violencia en los puntos sensibles de la sociedad. Si no es parte integrante de un movimiento social, suscita una violencia separada de las relaciones sociales. Existe una dinámica de terrorismo urbano que, en los países de fuer­te represión en los que la clase obrera esta atomizada, aparece enseguida como una lucha entre dos aparatos, en la que él del Estado sale, como es natural, vencedor. Así como la mayoría de las veces - y a pesar de que voten- los obreros consideran las luchas políticas, como un mundo por encima de ellos, así mismo miran el afrontamiento de los terroristas y del Estado contabilizando los golpes de unos y otros. En el mejor de los casos, son solidarios moralmente. Hemos de preguntarnos si este conflicto no ayuda a mantener el problema social a un segundo plan (el ejemplo más claro es el de la mayoría de los secues­tros de los patrones en las huelgas).

XIX. Los medios pueden transformarse en un fin; hecho que no es particular a la violencia.

La teoría, medio para comprender a fin de mejor actuar, puede ser el sustitutivo de la acción. Pero los efectos son inmediatamente graves en el caso de la violencia. Si la insurrección es un "arte", no se puede jugar con la lucha armada.


XX. El capital sueña con la auto-destrucción de las minorías radicales. La propia dinámica del capital crea cier­tos grupos que no puede soportar pues atacan el status quo de una forma incapaz de ser controlada momentáneamente; entonces la forma de liquidarlos es empujarlos a tomar desde ahora, y de forma no razonable las armas contra la sociedad actual. No se trata en absoluto de "provocaciones" sino de presiones sociales. En este ca­so no se puede hacer punto y aparte diciendo que los camaradas han estado obligados a hacer tai o cual acto. La función de la agrupación es también la de organizarse para resistir este tipo de presiones. Es cierto que la teoría no resuelve todo. No se hace algo solamente porque se comprende. Pero la teoría es también parte integrante de la práctica y no podemos arrinconarla. Aprobar, o negarse a criticar, todo acto violento, es caer en la tram­pa del capital. Una solidaridad total no excluye jamás una crítica.

XXI. Desde que se olvida la ligazón entre la naturaleza del proletariado y el comunismo se esta condenado a no ver el mecanismo de la revolución, a elaborar "táctica", "estrategia", "marcarse tareas", etc. que necesariamen­te, por el mecanismo del inmediatismo y del voluntaris­mo, caerá en el oportunismo y la "real-politique". Ante esta hecatombe teórica todos los "constructores de par­tido" pasaran a la historia como perfectos idiotas. La buena voluntad no es criterio de nada. Su posición ante la violencia será necesariamente falsa, moralista y contrarrevolucionaria.



 
[1] Todo terrorismo pequeño-burgues tiene por objeti­vo hacer propaganda ante todo de su grupo, todos ellos sin excepción están convencidos en la incapacidad del proletariado para salir de su inmediatismo reivindicativo.
Ciertos militantes de E.T.A. justifican sus calamidades diciendo que "lo que pasa es que el pueblo no tiene cojones", esto de lo que mucho leninistas se rien no es mas que el arcaismo de sus genialidades dirigistas y sus delirios sobre la "dialéctica vanguardia-masas" .  En todos estos grupos, sobre todo en los más activistas, jacobinistas y populistas por naturaleza social, siem­pre se desprenden auténticos "star" de la acción (Escubi, Etxabe, etc),  la mitología al lider se vive cotidiana­mente en el seno de estas organizaciones que siguiendo su lógica solo pueden acabar en el leninismo ; en cuan­to toman contacto con el "marxismo" se dedican a de­gustar los buenos nectares estalinistas sobre el papel del individuo en la historia.
[2] Incluso el robo "vulgar", de "derecho común" ademas de corresponder, en la inmensa mayoría de los casos, a satisfacer necesidades vitales de subsistencia - los supuestos "caprichos" son también vitales en la sociedad de consumición - son de por sí actos de subversión contra la Propiedad, y esto independientemente de lo que piense el "ladrón" sobre sus actos.

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