«...el terrorismo y el sabotaje son armas actualmente utilizables por todo revolucionario...este terrorismo puede ejercerse por la palabra y el acto...»
«...atacar el capital y sus files guardianes, de la extrema derecha a la extrema izquierda. He aquí el sentido de nuestra práctica»
El Movimiento Ibérico de Liberación, tras su congreso de autodisolución en el verano de 1972, divide sus tareas en dos áreas: los Grupos Autónomos de Combate y las Ediciones Mayo 37. Después de ese congreso sufre una fuerte represión que desembocaría, en 1974, en el asesinato de Salvador Puig Antich. En el otoño de 1972 es editado el folleto «Violencia Revolucionaria», publicado en su formato original en la página http://www.mil-gac.info.
ooOoo
INTRODUCCION
El
16 de septiembre [del año 1972, nota de Historia Popular], después de una
expropiación a mano armada en Bellver de Cerdanya, provincia de Lérida, Jose Luis
PONS y Oriol SOLE fueron cogidos por la guardia civil, después de un tiroteo,
cuando estos intentaban pasar la frontera.
El
24 en Barcelona, y en el momento de la detención de tres camaradas, Santiago
SOLER, Javier GARRIGA, y Salvador PUIG, este último, en el intento de huir hizo
uso de su arma hiriendo mortalmente a un inspector de la B.P.S., siendo él
mismo herido gravemente y conducido al hospital.
Por
les mismas fechas, la policía interviene en varios domicilios de conocidos
obreros y lleva a cabo otra serie de detenciones. Todos los periódicos de España
han puesto la noticia en la página de hechos diversos e intentan hacernos
pasar por una "peligrosa banda de
gángsteres". Poco a poco en Barcelona, comienzan a movilizarse todos
aquellos que conocen nuestras actividades con el fin de que la patraña policiaca
no llegue a sus últimas consecuencias.
La
publicación de los textos que siguen creemos que serán la mejor información
sobre nuestras actividades.
El
primer texto, "Hacia el Comunismo”,
es una reproducción de lo que en su día
sirvió para marcar el carácter de nuestras actividades.
"Reflexiones sobre la violencia" son
una serie de notas explicativas, críticas y autocríticas del problema de la
agitación armada, posteriores a la fecha en que los camaradas han caído.
El
tercer texto tiene un interés inmediato y táctico: trazar una línea neta entre
nosotros y los "organizadores" de la solidaridad.
G.A.C. Ediciones Mayo-37
"Las
revoluciones proletarias…se burlan despiadadamente de las dudas, debilidades y
las miserias de sus primeras tentativas, pareciendo abatir su adversario para
permitirlo sacar nuevas fuerzas de la tierra y dirigirlas de nuevo contra
ellas, reculando constantemente de nuevo delante la inmensidad infinita de sus
propios fines, hasta que sea creada la situación que hará imposible toda marcha
atrás".
C.Marx (18 Brumario de José
Stalin)
Hacia el
Comunismo
I
Tras
el fracaso de la revolución internacional de 1848 y a partir de la ideologización
de su teoría, se preveía para fines de siglo la imposibilidad del sistema del
Capital para reproducirse.
De acuerdo
con dicha teoría, los órganos soberanos de la lucha de clases y de la
revolución socialista eran dos:
- los
sindicatos reformistas
- los
partidos reformistas al mando de dicho sindicatos y aplicando en su nombre una
practica política de participación en el parlamento burgués.
Pero
en realidad, el reformismo (partidos y sindicatos), solo servía para reforzar
la subsistencia del sistema.
A principios de siglo pudo constatarse que el
Capital se reproducía - contra la previsión de los teóricos del Movimiento
obrero - y que por consiguiente:
- el
reformismo era totalmente incapaz de eliminar el sistema del Capital mediante
la sola dinámica del problema de su reproducción. (crisis del sistema capitalista : Bélgica
1904, Rusia 1905, Bélgica 1906, teorización de la huelga salvaje por la Izquierda
Alemana, estallido de la guerra imperialista 1914-1918, Rusia 1917, Alemania
1918-19, Hungría 1919, Italia 1920, fascismos, crisis del 29, etc. ...).
- quedaba
así claro que ni partidos parlamentarios ni sindicatos reformistas eran los órganos
de la revolución social sino tan solo de la contrarrevolución del Capital (Alemania
1919, Hungría 1919, Rusia 1921, etc....).
La revolución socialista solo es frenada por partidos parlamentarios y sindicatos reformistas, y además se ve impuesta -con o sin reproducción del Capital- una practica anti-reformista, es decir, partidaria en su acción del anti-parlamentarismo y de la organización de clase (sindicalismo revolucionario, barricadas, terrorismo, consejos obreros, etc.).
Después
de las consecuencias ultimas de la Crisis mundial (fascismos, crack del 29,
guerra inter-imperialista 1939-45, reconstrucción de la post-guerra,
posibilitad con ello una nueva reconstrucción del Capital en tan críticos
momentos hasta la siguiente crisis de la reproducción del Capital, etc. ...),
después de ver limitados los objetivos de lucha anticapitalista a solo los de
lucha antifascista, se plantea de nuevo
no solo la necesidad urgente del anti-parlamentarismo y de la organización de
clase, sino de pasar así de los objetivos puramente antifascistas a los
objetivos del Movimiento comunista, que en su fase de flujo es la Revolución
internacional y la abolición del trabajo asalariado y el cambio.
II
No
pueden comprenderse los acontecimientos de Mayo 37 en Barcelona más que
haciendo referencia a la realidad histórica del momento: por una parte, a la
decadencia del sistema capitalista y, por otra, a la depresión profunda del
movimiento obrero internacional. Veamos rápidamente de que se trata.
Después
de la guerra imperialista 1914-18, que llevo al capitalismo al borde de la
revolución en todo el continente, el sistema solo logro alcanzar una situación
de falsa estabilidad que fue bruscamente desmentida por la crisis mundial de
1929 : el capitalismo se veía progresivamente abocado a la barbarie que culminarla
con la guerra mundial de 1939-45.
El
declive capitalista fue muy acusado en un país como España, donde la clase
dominante estaba constituida por una inestable mezcla de una burguesía industrial
débil - fuertemente supeditada a los trusts extranjeros - con un amplio sector
retardatario compuesto por feudales aburguesados, nobleza terrateniente,
grandes dominios eclesiásticos, que llevaban a cabo una feroz explotación de la
clase obrera y del campesinado.
Con
la crisis del 29, cayó en España la falsa estabilidad simbolizada por la
dictadura de Primo de Rivera, arrastrando en su caída a la propia monarquía.
Pero la República burguesa de 1931 no podía, sino, poner de manifiesto la
debilidad congénita de la clase dominante española, carente de un poder
central sólidamente constituido y organizado, limitada a un estrecho margen de
maniobra política, sin amplias capas medias en que apoyarse, y enfrentada a la
potente capacidad combativa de una clase obrera y campesina sensibilizadas por
los crecientes contrastes sociales (expresión de la pobreza económica del
país) y templadas, por otra parte, en las insurrecciones esporádicas a que
dicha miseria les conducía.
El
capital se enfrentaba al periodo de decadencia del sistema recurriendo a dos
formas estratégicas aparentemente opuestas, pero al servicio de unos mismos intereses;
en unos países, jugando la carta del fascismo (Alemania, Italia, Portugal...);
en otros, jugando la carta de la democracia y reuniendo entorno al programa del
capital (New-Deal, intervención directa del estado en la economía) a todas las
clases sociales (frentes populares). En España, la burguesía intento al mismo
tiempo las dos estrategias: por una parte, el autoritarismo fascista (Sanjurjo
1932, Gil Robles 1933-35, Franco 1936); por otra parte, la "República
democrática", el frentepopulismo, la unión sagrada -en torno al programa
político del capital - , de la burguesía "avanzada", de las capas
medias y de las organizaciones obreras, desde la UGT y los estalinistas hasta
la propia CNT-FAI.
Es,
este doble juego de la burguesía española, lo que explica que la insurrección
franquista del 18 de julio de 1936 fuera algo más que un simple pronunciamiento
militar, y que gozara indiscutiblemente de la complicidad tacita de la
República del Frente popular. Sin embargo, la respuesta absolutamente espontánea
e irresistible de la clase obrera logro modificar la situación en 24 horas,
sacando de su pasividad a las organizaciones obreras y rompiendo la sórdida
hostilidad de la burguesía republicana que, según el propio Alcalá Zamora, no
habría pensado en resistir a Franco si no hubiera sido impulsada a ello por
las masas.
Los
hechos hablan claro. Precisamente a partir del 19 de julio el proletariado,
conjugando su lucha armada con la huelga general, logra llevar la lucha social
a su mas alto punto de tensión» Sólo a partir del 28 de julio, con la extinción
completa de la huelga general, la aterrorizada burguesía republicana puede
volver a pensar en adaptarse a la nueva situación, legalizando los hechos consumados,
expropiaciones, reparto de tierras, control obrero, depuración del ejercito y
de la policía, etc. ... siempre y cuando estas conquistas acepten quedar supeditadas
a las necesidades de la guerra antifranquista y el dejar así de lado, con el
pretexto de la guerra, la necesaria destrucción del poder político de la
burguesía: el Estado capitalista.
Las
milicias proletarias, surgidas espontáneamente de la fermentación social,
cayeron muy pronto bajo un control cada vez mayor del "Comité central de
milicias”, organismo formalmente "proletario" pero bajo el control
político de socialistas, estalinistas, anarquistas y partidos burgueses que
contaban con la mayoría de delegados. Paralelamente,
las colectivizaciones, destinadas a colocarlas relaciones de producción y de
distribución bajo el control directo del propio proletariado, vieron supeditado
su funcionamiento a la instancia suprema del "Consejo de economía",
ministerio de economía del gobierno de la "Generalitat de Cataluña".
La
burguesía conservaba algo más que un simple poder de fachada. Los engranajes
fundamentales del Estado quedaron prácticamente intactos: el ejército
(aunque bajo nuevas formas), la policía (los cuerpos de guardias de
asalto y guardia civil no fueren disueltos y se quedaron en los cuarteles
esperando su oportunidad), y la burocracia (dedicada a inspirar en el
sentido de los intereses de la burguesía las decisiones del Comité central de
Milicias y del Consejo de economía). La huelga de masas inicial se había
transformado en una guerra que oponía a obreros contra obreros y a campesinos
contra campesinos bajo el control de la burguesía, tanto en el campo de Franco
como en el de Companys y Azaña. Era evidente que incluso la victoria del bando
antifascista amenazaba con fortalecer a la burguesía republicana y volverse así
contra los intereses de clase del proletariado.
Fue
precisamente en mayo del 37 cuando la contrarrevolución, cumplido su trabajo
preparatorio, juzgó llegado el momento de pasar de la ofensiva verbal a la
ofensiva armada, abalanzarse sobre la revolución, desarticularla, obligarla a
retroceder, aniquilarla. Así, el día 3 de mayo de 1937 a las tres menos
cuarto, el comisario de Orden publico de la Generalitat, Rodríguez Salas
(estalinista), al frente de una banda de guardias de asalto rato de ocupar el
edificio central de teléfonos (plaza Catalunya), provisto de una orden firmada
por Aiguadé, consejero de la Generalitat: los obreros de la telefónica contestaron
a las armas con las armas. Inmediatamente, sin mas convocatoria que el ruido de
los primeros disparos, los obreros catalanes se levantaron en armas como el 19
de julio, conjugando la huelga general con la lucha armada, llenando el país de
barricadas y preparándose para el asalto de la Generalitat a la primera orden
del mando supremo de la CNT-FAI. Como la provocación fascista de julio del 36,
la torpe provocación estalinista de mayo del 37 solo sirvió para poner de
manifiesto la decisión del proletariado catalán de llevar la lucha de clases
hasta sus ultimas consecuencias.
El
Gobierno central reacciono rápidamente en su doble frente político y militar,
enviando a Catalunya, por una parte, a dos representantes de la Sagrada
alianza, los "ministros anarquistas" García Oliver y Federica Montseny,
y por otra, a 5000 guardias de asalto, mientras los buques de guerra apuntaban
sus cañones sobre Barcelona. Ante la represión conjunta del poder de la
burguesía, de las organizaciones obreras contrarrevolucionarias (UGT,
estalinistas) y de la dirección de su propia organización - CNT-FAI quedo
aplastada, no sin resistencia, la ultima tentativa del proletariado en armas
para salvar la revolución. Desarmado física y moralmente el movimiento
revolucionario, la victoria franquista era ya únicamente una cuestión de
tiempo.
PARA GARANTIZAR LA REVOLUCION NO BASTA CON QUE LAS MASAS
ESTEN ARMADAS Y HAYAN EXPROPIADO A LOS BURGUESES:
ES PRECISO QUE DESTRUYAN DE ARRIBA A ABAJO EL ESTADO
CAPITALISTA Y ORGANICEN SU PROPIO SISTEMA, ES PRECISO QUE SEAN CAPACES DE
COMBATIR LAS IDEAS REPRESENTADAS POR LOS LIDERES ESTALINISTAS Y REFORMISTAS
CON EL MISMO RIGOR CON QUE ATACAN A LOS CAPITALISTAS INDIVIDUALES Y A LOS LIDERES
DE LOS PARTIDOS BURGUESES.
A
partir de mayo 37, toda tentativa revolucionaria que no sepa ser fiel a tal
experiencia se condena pura y simplemente a la inexistencia. Asaltar el
Estado, enfrentarse sin vacilaciones a la contrarrevolución estalino-reformista:
tales son los rasgos distintivos de la revolución que se avecina.
III
Solo
puede comprenderse el actual resurgir revolucionario haciendo referencia a la
realidad histórica del momento: por una parte, a la decadencia del sistema
capitalista y, por otra, a la superación de la depresión profunda en que se ha
visto sometido el movimiento obrero internacional. Veamos rápidamente de que
se trata.
La
derrota en 1937 del último bastión revolucionario, no era más que el preludio
de la contrarrevolución internacional con toda su barbarie: guerra mundial,
campos de concentración, terror atómico. El capitalismo en su fase de
decadencia necesitaba recurrir a tales medios tan brutales y expeditivos para
prorrogar las contradicciones del sistema: mediante la guerra-destrucción pura
y simple de medios de producción, mercancías y hombres - el mercado quedaba
temporalmente despejado para poder emprender un nuevo ciclo de acumulación del
Capital. Era preciso que el auge económico de la postguerra llegara a su
madurez para que afloraran de nuevo las contradicciones del sistema.
Con
la guerra mundial, el proletariado internacional vio cerrados sus horizontes
revolucionarios quedando todas sus energías supeditadas a los intereses del
llamado "bloque
aliado" que reunía en su seno a las democracias burgueses y a la Unión
Soviética que asumía definitivamente el papel de potencia imperialista. La
postguerra solo sirvió para que la clase obrera fuera sometida a un proceso de
explotación creciente, de reconstrucción ampliada del aparato productivo, de
intensificación de los ritmos de productividad, de aumento de la tasa de
plusvalía, y, en definitiva, de integración moral y física al programa político
del Capital.
Esta integración al programa del Capital corre a cargo no solo del dominio directo de la burguesía y su Estado, sino también de las organizaciones obreras (sindicatos, partidos socialistas y comunistas), dedicadas a encuadrar al proletariado mediante unas estructuras rígidamente jerarquizadas y burocratizadas para negociar en nombre del proletariado, pactos con la burguesía. Pero, a medida que el nuevo proceso de expansión del Capital ve cubiertos ya sus objetivos y que el desarrollo de las fuerzas productivas deja atrás las condiciones propias de la fase de reconstrucción de la postguerra, las contradicciones del sistema aparecen de nuevo a plena luz perfilándose claramente la alternativa revolucionaria al programa político del Capital.
Las llamadas "huelgas salvajes" (es decir, huelgas emprendidas al margen y muchas veces en contra del sindicato y organizaciones de encuadramiento), van tomando cada vez mas importancia y fuerza en los países desarrollados : una fracción creciente de la clase obrera se ve lanzada, incluso en nombre de la simple eficacia, a no confiar mas sus reivindicaciones a las organizaciones tradicionales , a dar a sus luchas una organización autónoma : a asumir por si misma la defensa de sus intereses. Estas "huelgas salvajes", que tienen, al principio, el carácter de motines aislados, llegan a convertirse en vastos movimientos de "huelga general salvaje": tales son los casos de Bélgica en 1960-61, de Francia en 1968, de Polonia en 1970-71.
Con
ello entra definitivamente en crisis el encuadramiento del proletariado a
través de sus engranajes tradicionales de mantenimiento del sistema. Es solo
el anuncio de un vasto movimiento del proletariado internacional para destruir
las relaciones sociales existentes (trabajo asalariado, explotación del hombre
por el hombre), e imponer su propio sistema: el Comunismo. Lo nuevo de las
luchas actuales y su fuerza revolucionaria radica en que las condiciones de la
revolución comunista existen ya ahora: su desencadenamiento es solo cuestión
de circunstancias. El capitalismo se halla efectivamente amenazado por la
menor chispa.
La lucha cotidiana de la clase obrera en nuestro país así lo atestigua. El movimiento obrero español esta viviendo en nuestros días el paso de las luchas "salvajes" al margen de sus vanguardias dirigistas, a la constitución de su Organización de clase. Importantes fracciones del movimiento obrero en su lucha cotidiana contra el capitalismo se vieron llevadas a romper con unas organizaciones cada vez mas manifestadas como trabas a su avance. La ruptura con el reformismo del PC y de las Comisiones obreras por él controladas, fue solo un primer paso hacia la Organización de clase. A continuación, el proletariado ha tenido que enfrentarse con idéntico rigor a las tentativas de implantar nuevos dirigismos en el seno del movimiento obrero antirreformista por parte de todo un enjambre de grupúsculos y "vanguardias". El contenido de la lucha de estos últimos años va tomando forma, organizándose, generalizándose, planteando claramente las condiciones que caracterizan la Organización de clase del proletariado. La clase obrera toma conciencia de su situación en el curso de su propia lucha; se organiza en la misma base, en fábricas y barrios; no admite una separación entre dirigentes y ejecutantes en el seno de la organización revolucionaria.
La
clase obrera es de por ella misma la negación de la sociedad actual, en ella
se encuentran los intereses revolucionarios de la sociedad; en los momentos de
crisis revolucionaria la clase no necesita dedicarse a ninguna investigación
teórica sobre su propia misión, tan pronto como se levanta encuentra inmediata
y automáticamente el contenido y el material de su actuación revolucionaria:
abatir enemigos, tomar las medidas que dictan las necesidades de la lucha. Las
consecuencias de sus propios hechos la empujan hacia adelante. Si bien con el
fin de mantener la "revolución en permanencia" en el pasado siglo
era necesario, como fruto del escaso desarrollo del capital levantar una serie
de medidas transitorias, viendo la abolición del trabajo asalariado como
consecuencia lejana de tales, hoy inscribir en nuestra actividad cualquier
programa "mínimo", de "intervención" o de
"transición", así como luchar por el "socialismo en
España" equivale a tirar por la cola y hacia atrás al movimiento
internacional hacia el comunismo. Como consecuencia del desarrollo e internacionalización
del Capital, de la lucha cada vez mas patente entre Capital y proletariado, el
movimiento real se desarrollara en la próxima crisis de tal forma que el
programa comunista se realizara automáticamente, el capital en su desarrollo
no hace más que aproximarnos más y más al estadio superior del comunismo.
Los revolucionarios aceleraremos este proceso en la medida en que seamos conscientes de esto y luchemos con resolución en tal sentido. El comunismo será internacional o no será. La clase obrera es revolucionaria o no es. Toda sociedad, o partido, político es aun la actual sociedad.
¿Después del derrocamiento de la vieja sociedad, sobrevendrá una nueva dominación de clase, traducida en un nuevo poder político?
No,
la condición de la emancipación de la clase obrera es la abolición de todas las
clases.
El
proletariado hoy si es revolucionario es ante todo apolítico, mejor aun anti-político.
La dictadura del proletariado es la dominación dictatorial de la democracia y
lógicamente de la política.
En
cuanto a con quienes debemos trabajar cotidianamente en la empresa
revolucionaria desde la primera internacional tenemos el guía para la acción:
la emancipación de los trabajadores será la obra de los trabajadores mismos.
Esta claro que nosotros no podemos, en consecuencia, hacer ruta común con
gentes que declaran abiertamente que los obreros son demasiados incultos para
liberarse ellos mismos, y que deben ser liberados desde arriba, es decir por
los grandes y pequeños burgueses filantrópicos.
Nosotros
en 1973, como en todo momento, luchamos por la revolución y por la Organización
de clase que la hará posible.
IV
No
hay práctica comunista posible sin lucha sistemática contra el movimiento
obrero tradicional y sus aliados. Inversamente, no hay acción eficaz contra
ellos si no hay comprensión clara de su función contrarrevolucionaria. Hasta
ahora, todas las estrategias revolucionarias han tratado de explotar las
diversas dificultades encontradas por la burguesía en su gestión del Capital.
Cuando han derribado a burguesías débiles, han organizado [ilegible]
capitalismo. Si las burguesías eran fuertes, se han condenado a la miseria. Y
es hoy el proletariado quien rechaza estas estrategias e impone la suya:
la destrucción del capitalismo, negándose
a si misma como clase.
Hoy,
la clase obrera ataca al Capital en todas sus manifestaciones de explotación:
encuadra miento, autoritarismo, explotación, etc.... La única forma posible de
acción es la violencia revolucionaria mediante el acto y la palabra.
Sus fracciones más avanzadas se organizan para tareas concretas revolucionarias tanto en las fábricas, como en los barrios: contra la CNS, contra las CC.OO. burocratizadas y reformistas, contra el PCE y los grupúsculos más diversos, situándolos al mismo nivel que los actuales gestores del Capital (la burguesía). La consolidación de la lucha revolucionaria de la clase obrera es la auto-organización en los lugares de trabajo, mediante comités de fábrica, de barrio, y a través de la coordinación y generalización de la lucha, aplicando la línea de lucha de clases, la línea comunista.
V
La
sociedad actual tiene sus leyes, su Justicia, sus guardianes, sus jueces, sus
tribunales, sus prisiones, sus delitos, su "normalidad". Frente a
ello, aparecen una serie de órganos políticos (partidos y sindicatos, reformismo
e izquierdismo,...), que fingen contrarrestar esta situación cuando en realidad
no hacen otra cosa que consolidar la sociedad actual. La justicia en la calle
no es mas que denunciar y atacar todas las mistificaciones de la actual
sociedad (partidos, sindicatos, reformismo, izquierdismo, leyes, justicia,
guardianes, jueces, tribunales, prisiones, delitos, es decir, su
"normalidad").
El rechace de este conformismo en la acción práctica lleva hasta sus últimas consecuencias una crítica unitaria del mundo. Por crítica unitaria entendemos la crítica global contra todas las zonas geográficas donde se instalan las diferentes formas de poder de separación socio-económica, y también pronunciada contra todos los aspectos de la vida.
No
va hacia la simple autogestión del mundo actual por las masas sino hacia su
transformación ininterrumpida, la descolonización total de la vida cotidiana,
la critica radical de la economía política, la destrucción y superación de la mercancía
y del trabajo asalariado. Tal asociación rechaza toda reproducción en ella
misma de las condiciones jerárquicas del mundo dominante. La critica a las
ideologías revolucionarias no es otra cosa que el desenmascaramiento de los
nuevos especialistas de la revolución, de las nuevas teorías que se sitúan por
encima del proletariado.
El
"izquierdismo" no es mas que la extrema izquierda del programa del
Capital. Su moral revolucionaria, su voluntarismo, su militantismo, no son otra
cosa que productos de esta situación. Van encaminados a controlar y dirigir la
lucha de la clase obrera. Así, toda acción que no lleve una perspectiva de crítica
y rechace total del capitalismo, queda dentro del mismo y es recuperada por él.
Hoy día, hablar de obrerismo y militantismo, y llevarlo a la práctica, es
querer evitar el paso al Comunismo.
Lejos de
oponernos a los pretendidos excesos, a los ejemplos de venganza popular contra
individuos odiados o contra edificios públicos a los cuales solo se unen
recuerdos odiosos, conviene no solamente tolerarlos, sino que debemos tomar la
dirección en nuestras manos.
C. Marx.
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